La Sustancia es Sampetrina
"The Substance" es una mirada a nuestra obsesión con la belleza, con disciplinar y castigar la carne; un horror cotidiano. Es también, algo así como una crítica de lo que venden las influencers.
Vi casi toda la película con los ojos entrecerrados o tapándome la cara con las manos. Retorciéndome en la última fila del cine, hundida en mi asiento y con mi suéter sobrepuesto en mis rodillas. Reaccionaba junto con el resto de la sala - de alguna forma, no me molestó ese ruido colectivo, la película invita la sensación de asco, de horror, de repulsión y de rechazo. Nos volvimos el soundtrack.
“¡Tú puedes!”
“Fuiste increíble”
“¿Alguna vez has soñado con una mejor versión de ti misma? Más joven, más bella, más perfecta...”
“No puedes escapar de ti misma”
“Tienes que respetar el balance”
“Las bonitas siempre deberían sonreír”
“Te van a amar”
Frases de la película The Substance que podrían ser parte de los guiones de videos de influencers sampetrinas. Se nos olvida - y esta película nos recuerda - que la línea que divide lo bello, lo ligero, lo absurdo y lo divertido de lo perverso, lo cruel, lo horrible y lo grotesco es tenue - quizá del grosor de una gasa quirúrgica. O del lente de una cámara.
El deseo de alcanzar la perfección es más que un hobby - una rutina para muchos en San Pedro; la superación personal como motor es tan obvia que se asume como el único estilo de vida. El hedonismo o nihilismo no caben en lo práctico y lo idóneo, lo disciplinado y lo controlado. Aquellas pausas o desvíos no son más que parte del plan maestro, paradas requeridas en camino al éxito: descanso del ejercicio porque es necesario para hacer más ejercicio. Aquí no hay heroin chic, no hay punk no hay goth no hay nada de aquellas modas que promueven estilos de vida menos que soleados y relucientes.
Por ende, aquí sobran quienes aseguran tener la pócima secreta: la receta para avanzar hacia aquella meta de excelencia nombrada “balance”. Bueno, no presumen tener dicho manual porque “no hay secreto”, pero de alguna forma, entre más insisten que ellas no son aquel ejemplo, más nos parece evidente que sí lo son. Claro, porque además son humildes. “Nadie es perfecto”, te reiteran las mujeres bonitas, desde sus casas impecables, con su ropa de marca y su pelo de salón. Con sus sonrisas blancas, y sus ojos brillantes es difícil imaginar que pudieran ser igual de hipócritas que nosotras, las mortales. Ellas sí son genuinamente así todo el tiempo.
La película no dice lo evidente: que el ejercicio (y por ende, “la salud”) no es más que una excusa para la carrera de la (o las) protagonista(s) de The Substance. Creo que la palabra salud ni siquiera se menciona, porque hoy la audiencia sabe implícitamente que el ejercicio es salud. Que los músculos tonificados y fuertes son evidencia irrefutable de que todo anda bien en el cuerpo y la mente. No importa el costo oculto de lograr aparentar tanta juventud, felicidad, belleza y perfección - la película y el mundo te recuerdan que lo que más premia el capital es esa juventud, esa apariencia de éxito.
¿Será que muchísimas mujeres escudan detrás de la actividad física (bien vista) una obsesión con la belleza (mal vista) que resulta más nociva de lo que es benéfica? Yo no lo dudo. Particularmente, aquellas mujeres que han escogido dedicarse a promover consciente o inconscientemente un estilo de vida hasta cierto grado inalcanzable para la mayoría. Inalcanzable porque en efecto, toma tiempo y cuesta dinero estar al día con todo lo necesario para ser como ellas. Aquí es donde también creo que vale la pena señalar que no existirían esas influencers sin sus audiencias, ahora bien, ¿qué nos mantiene viéndolas?
“La belleza es terrorífica”, reitera la autora Donna Tartt en su libro “La Historia Secreta”.
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